lunes, 12 de agosto de 2013

¿Por qué nos vigilan?

Una de las cosas que más me llama la atención en los últimos años es la proliferación de cámaras de vigilancia en recintos públicos como el metro, estaciones de autobuses, locales de ocio, etc. Y en las grandes ciudades también impresiona la numerosa cantidad de cámaras que hay en la calle. Hay incluso una tecnología tan avanzada que permite que los ciudadanos seamos espiados hasta en nuestras propias casas. Miles de satélites espías controlan los movimientos de los seres humanos, amén de que la mayoría ya podemos ser localizados en todo momento porque estamos georreferenciados con el móvil. Y también se puede saber lo que pensamos por nuestros comentarios y opiniones  en Internet, tanto en redes sociales como en noticias. Aunque no obstante es dicha red la que está uniendo a ciudadanos de cualquier parte del mundo que quieren cambiar el sistema. Pero todavía hay bastantes personas que están en Matrix.

   En principio, los gobiernos aducen motivos de seguridad (búsqueda y localización de terroristas y criminales) para justificar el uso de la mencionada tecnología. Sin embargo, en nombre de la seguridad se está invadiendo la intimidad de las personas. Y este hecho también provoca inquietud a muchos ciudadanos que no son terroristas o ladrones. Y es que hay políticos al servicio de las oligarquías económicas que se resisten a dejar de controlar a los ciudadanos y se han convertido en espías para hacer más ricos a los que ya lo son. El catedrático de Economía Juan Torres López dice que “se nos vigila para favorecer al 1 % de la sociedad que se queda con más del 90 % de la riqueza que se está creando en el mundo”. A colación de lo que estoy comentando, este verano la opinión pública ha tenido conocimiento de la denuncia de un ex informático de la CIA, Edward Snowden, a los todopoderosos EE. UU. por violar derechos humanos básicos con su intenso e imparable espionaje. Curiosamente, el Gobierno de EE. UU. considera a Snowden un traidor a la democracia. Se ve que la CIA aspira a gobernar el planeta y no parecen importarle mucho los sospechosos de terrorismo, al someter a un tremendo espionaje a todo el mundo (a personas, a empresas potentes, a embajadas, a gobiernos de Europa, a países con economías emergentes, etc.). Como vemos, la tecnología relacionada con el espionaje está siendo muy útil a los gobiernos que la manejan, ya que así mantienen o aumentan su hegemonía.

Edward Snowden ha denunciado los métodos de espionaje de la CIA
   Por otra parte, cuando todavía no existía esa avanzada tecnología de espionaje, un escritor y periodista británico adelantado a su tiempo, George Orwell, ya reflejaba en su novela 1984, escrita a finales de la década de los 40 del siglo pasado, los métodos de control ejercidos por el Estado con el fin de dirigir la vida de los ciudadanos. En la citada obra muestra un partido único que impide a los ciudadanos pensar por sí mismos, como si de una dictadura se tratase. Actualmente hay una parte importante de la población que no se manifiesta por la dictadura del miedo que ha impuesto el Gobierno o que no piensa por sí misma por seguir las consignas de los líderes de algunos partidos políticos, por pertenecer a una de las numerosas sectas que existen  -y que son muy responsables de la alienación social- o por creer todo lo que escuchan en la televisión. Y también hay muchas personas desempleadas cuya vida se reduce a una lucha diaria por sobrevivir; y en esa situación de pobreza tampoco son libres. Recordemos que en la Edad Media, e incluso hasta varios siglos después, a los pensadores libres se les quemaba en la hoguera. Hoy se les esclaviza manteniéndoles en paro o con trabajos de 400 euros. Y es que desgraciadamente en tiempos de tanta mentira pensar libremente y decir la verdad se convierte en un acto revolucionario. Máxime cuando el pastor enemigo es el que dirige el rebaño.

 Publicado en Heraldo de Soria el lunes 12 de  agosto de 2013


jueves, 1 de agosto de 2013

Suben los precios y bajan muchos salarios

No me equivoqué cuando hace un par de años pronostiqué en Heraldo de Soria que si el  PP ganaba las elecciones asistiríamos a una reducción de los salarios de la mayoría de los trabajadores. Esta bajada ha sido una de las consecuencias de la agresiva reforma laboral del Gobierno conservador. Y como el mismo no puede devaluar la moneda ha optado por intentar hacer más competitiva la economía española tratando de aumentar las exportaciones a costa de la reducción de los salarios. Sin embargo el consumo sigue desplomado y por eso casi no se crea empleo. Y es que para la derecha, la susodicha competitividad es producir a bajo coste (como ocurre en países asiáticos), lo que se traduce en menores salarios o peores condiciones de trabajo (largas jornadas y despido barato), que ahorran dinero al empresario y así obtiene más beneficios.

   El Gobierno está controlando casi todos los salarios, pero no los precios. Quien tenga la suerte de tener trabajo se habrá percatado de que gana una media de 300 euros menos que hace un año y si va a hacer la compra, como es el caso de un servidor, le habrá llamado la atención la subida de alimentos tan básicos como las patatas, el aceite de oliva o la fruta. Ya sé que este Gobierno es un defensor a ultranza de la economía de libre mercado y nada partidario de la intervención estatal en ella, pero sería deseable que el mismo y la patronal llegaran a un acuerdo para tratar de frenar la tendencia alcista de los precios. O so pena de acabar con una inflación desbocada. Si miramos al pasado, en la segunda mitad de la década de los setenta había en España una elevada inflación que, no obstante, quedó muy por debajo de sus peores previsiones por la firma de los llamados Pactos de la Moncloa en 1977. Se ve que en esa época había más políticos con altura de miras y sentido de Estado. Eso es lo que necesitamos ahora.


   Por otra parte, hay unos salarios que no han bajado. Son los del sector bancario, que se ha subido los sueldos a una media de 50.000 euros anuales, unos 28.000 euros más que el salario medio español. Y ello después de ser uno de los mayores responsables de la deuda privada, de haber sido rescatado con dinero público por el Gobierno y a pesar de tener una conducta indignante por los desahucios y el escándalo de las llamadas participaciones preferentes. En cambio, los sueldos de profesores y sanitarios descienden. Y los más bajos son los de cocineros y camareros. En definitiva, con tanta subida de impuestos y bajada de sueldos a los trabajadores, con el aumento de precios y los numerosos recortes sociales, este Gobierno ha terminado de arruinar a la clase media, mientras el poder financiero y la antigua oligarquía franquista siguen viviendo como reyes. Cada vez son más ricos; y los pobres más pobres. Porque aunque algunos digan que no, la lucha de los de arriba contra los de abajo continúa. Y la seguirán ganando los de arriba mientras el pueblo no tome conciencia y no se una, tanto en la calle como en las urnas, para acabar con esta gran estafa.

Publicado en Heraldo de Soria el jueves 1 de agosto de 2013