viernes, 1 de agosto de 2014

La adicción al teléfono móvil

La mayoría de la gente se asombra cuando le digo que no tuve móvil hasta que cumplí 34 años. Se me quedó grabada en la mente la respuesta de una persona; tras mi comentario me dijo que era un gran amante de la libertad. Y es verdad. Al principio no sentía la necesidad de tenerlo. Llamaba a mis amigos por el teléfono fijo y quien quería localizarme lo tenía fácil, pues paso bastante tiempo en casa. Hasta que un día me pidieron un número de móvil en la Oficina de Empleo; y también comenzaba a requerirse en solicitudes de oposiciones y bolsas de trabajo. Y aunque falto poco de casa pensé que las cosas no están como para arriesgarse a perder un trabajo, ya que si llaman al fijo y no se contesta pasan al siguiente de la bolsa. Mi madre ya llevaba tiempo animándome a que tuviera móvil y hasta decía que me lo regalaba. Y el día que cumplí 34 fui a una tienda de una compañía de telefonía, que fue la que me “regaló” el aparato a cambio de hacer un contrato con un compromiso de permanencia de año y medio. Y ha resultado ser un teléfono muy bueno, pues cuatro años después sigo con él. Aunque parezca extraño todavía funciona perfectamente. Hasta se me ha caído dos veces y no le ha pasado nada. No es japonés, pero parece indestructible. Un día se me pasó por la cabeza comprarme un teléfono inteligente, que es como llevar un pequeño ordenador en el bolsillo. Pero finalmente lo descarté. Una vez que salgo de casa no quiero estar pendiente de Internet y mucho menos de la aplicación de mensajería WhatsApp. Quiero que me dé el aire paseando tranquilamente o charlar y merendar con los amigos. Leo y escribo con el ordenador, por lo que no me apetece fijar la mirada en más pantallas. Por cierto, leí en una revista que la gente miraba el móvil una media de 150 veces al día. Los jóvenes, en general, son los que más horas pasan mirando la pantalla del móvil y del ordenador. Yo la llamo “generación pantalla”. Están demasiado entretenidos. Tanto que bastantes descuidan los estudios. El Gobierno además estará ufano, pues mientras están abducidos por la tecnología éste hace y deshace a su antojo sin que protesten.


   Me parece estupendo que el abaratamiento de la tecnología la haya hecho accesible a mucha gente, pues creo que la misma es un derecho, no un privilegio. Sin embargo pienso que debe hacerse un uso racional de la misma para evitar depender de ella. Puede enganchar hasta el punto de aislar a las personas, perdiendo así la comunicación con los más cercanos. De hecho hay bastantes grupos de amigos que cuando salen a la calle están más pendientes del móvil que de realizar juntos alguna actividad. Es muy habitual ver a grupos de chavales sentados, con la cabeza agachada mirando la pantalla del móvil. Así, no es de extrañar que cada día haya más gente alelada.

   Los psicólogos aconsejan que los chavales no tengan móvil hasta los 15 años. Es algo razonable. No conviene que vean el móvil como un juguete y es importante que hagan un uso inteligente del mismo. Se ha llegado a una situación en la cual la mayoría de la gente joven padece el síndrome de la nomofobia (palabra procedente del inglés “no mobile phone phobia”). Se trata de un miedo irracional a salir de casa sin el móvil. Este hecho me hace reflexionar sobre la sociedad que se está creando. No sólo cada vez está más llena de zombis, sino también de personas enfermas.

Publicado en Heraldo de Soria el miércoles 6 de agosto de 2014