La reciente huelga general en el ámbito de la Educación ha puesto de manifiesto la indignación de bastantes padres, alumnos y profesores, todos unidos una vez más para protestar contra una reforma educativa cargada de ideología y que supone un retroceso de más de 40 años, llevándonos en un DeLorean a tiempos precedentes a la Ley General de Educación del año 1970. El presidente del Gobierno dijo en campaña electoral que no recortaría en Sanidad y en Educación, pero estamos viendo que no es así. Desde el Gobierno también nos dicen que no hay dinero y que no hay alternativa a su política económica, nefasta en mi opinión. Sin embargo el mismo ha preferido premiar a las mayores culpables de la crisis, las entidades financieras, rescatándolas con dinero público. Es una gran injusticia. Y además, si no hubiese políticos que roban ni grandes fortunas que defraudan tanto y hubiera una política fiscal más justa, no haría falta recortar en servicios públicos esenciales.
La derecha no cree
en lo público y si puede se lo carga privatizándolo, para hacer negocio con
ello. Actualmente se excusa en la crisis para imponer esa política. Considera
la educación como un gasto en lugar de verla como una inversión de futuro para
el país. Qué distinta es la política finlandesa, que destina gran cantidad de
dinero público a Educación y de esta forma ha conseguido ser uno de los países
más avanzados del mundo, con un desarrollo basado en las nuevas tecnologías. Pero
aquí el Gobierno del PP encima ha reducido las partidas destinadas al
desarrollo y a la investigación y eso favorece el que España siga siendo un
país cuya economía se basa mucho en el turismo y en la hostelería y no se
potencie el campo científico. Y nos hace falta ser más competitivos y eso se
logra innovando y exportando más productos y consiguiendo que los más
preparados no se marchen fuera a trabajar porque aquí o no se les valora o no
encuentran empleo de lo que han estudiado.
Por otra parte, la
reforma educativa del PP está impregnada de ideología. La subida de tasas, con un aumento escandaloso del coste de las matrículas universitarias, y la reducción
de becas lo corroboran, ya que estas medidas dificultan cuando no impiden la
realización de unos estudios superiores a muchos hijos de trabajadores. En el
futuro muchos de éstos tendrán que conformarse con un trabajo precario. Vamos
camino de que solamente estudie quien pueda pagar, como antiguamente ocurría, y
eso es contrario a la igualdad de oportunidades. Y es que durante siglos la derecha
ha hecho de España su cortijo y ahora no soporta que hijos de obreros accedan a
puestos de dirección después de haberse formado en institutos y universidades
públicas. Recordemos que hasta hace no mucho eran únicamente los hijos de los
ricos los que accedían a esos puestos, bastantes veces al margen de sus
méritos intelectuales o aunque no estuvieran capacitados para desempeñarlos. En
definitiva, la derecha no soporta perder unos privilegios que le vienen de cuna;
y como necesita esclavos para alimentar su insaciable codicia, hace leyes educativas
que propician un nivel cultural y académico mínimo a las ya depauperadas clases
media y baja, para así perpetuarse en el poder generación tras generación.
Publicado en Heraldo de Soria el sábado 11 de mayo de 2013
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