domingo, 15 de septiembre de 2013

Suicidas y asesinos al volante

En poco más de una década las muertes en la carretera se han reducido a la mitad en España. El carnet por puntos y tecnologías como el airbag y los frenos ABS han influido en dicha reducción. También los accidentes este verano han descendido un 10 % respecto al de 2012; aunque aquí la causa creo que hay que buscarla en la menor cantidad de desplazamientos por el precio del combustible y el elevado desempleo. En cualquier caso, la mayor parte de los accidentes responden a un factor humano, el cual puede ser evitado. También es cierto que tanto recorte está afectando al mantenimiento de algunas carreteras y su estado no es el adecuado para una circulación segura y ello puede provocar siniestros. Aunque sin duda la mayor parte de los accidentes se producen por no cumplir las normas de tráfico y por las distracciones.

   Muchos accidentes se producen por un exceso de velocidad, por conducir bajo los efectos del alcohol u otras drogas, por adelantar en línea continua (causa de choque frontal), por no guardar las distancias mínimas de seguridad, por circular con la música a un volumen muy alto, por ir hablando con el móvil o por las preocupaciones. Casi todas son causas evitables. Por eso cuando se conduce es muy importante estar sobrio, descansado, muy atento a la carretera y relajado; y llevar puesto el cinturón de seguridad. Sin embargo hay personas que no se toman en serio la conducción, que no valoran el riesgo y que incluso creen que el coche es un juguete y las carreteras circuitos de carreras. Las hay inestables psicológicamente que se excitan pisando a fondo el acelerador. Y las hay, muy peligrosas, que salen a la carretera deprimidas (tras una ruptura sentimental por ejemplo) y corren con el objetivo de matarse. No sienten ningún amor por su vida y con esa actitud ponen en riesgo la de otros.


   Hay individuos que circulan a 130 kilómetros por hora e incluso más. Son auténticos suicidas y asesinos en potencia, como los que conducen bebidos o drogados. Encima algunos de ellos hasta van sin seguro. Y es que hay personas que al volante se transforman negativamente y se vuelven salvajes. Se sienten dueñas de la carretera y para ellas rige la ley de la selva. Y se tornan imprudentes, irresponsables e irrespetuosas. Al contrario que las deprimidas -las cuales buscan la muerte- se mueven por la vida con una seguridad pasmosa, creyendo que no les va a ocurrir nada malo, que el dolor y el sufrimiento son cosa de otros y que no van a palmar jamás. Hasta el día que la desgracia les afecta a ellos directamente: es entonces cuando toman conciencia de la condición mortal del ser humano. Es cuando realmente se dan cuenta de su fragilidad y de su miseria.
    
   Finalmente decir que la reforma de la Ley de Tráfico y Seguridad Vial, que podría estar vigente a principios del año que viene, pone en mi opinión demasiado énfasis en las multas debido al afán recaudatorio que tiene el Gobierno. Y hay personas pudientes que pueden pagar todas las multas del mundo y por lo tanto seguir delinquiendo. Por ejemplo, si se quieren evitar los accidentes producidos por conductores ebrios, en lugar de aumentar la multa al doble en las personas que den positivo en la prueba de alcoholemia, es más eficaz y ejemplarizante dejarlas sin carnet uno o varios años. Y las personas que maten a alguien (por no respetar los semáforos o los pasos de cebra, por ir bebidas, drogadas o a gran velocidad, etc.) deberían cumplir íntegramente condenas más largas, como ocurre en otros países de Europa. Porque en España, penalmente hablando, sale barato delinquir. Y más si se es famoso o poderoso.

Publicado en Heraldo de Soria el viernes 4 de octubre de 2013

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