Así
se titula el programa que emite Televisión Española desde el pasado verano, de
lunes a viernes por la tarde. Hasta hace poco no tenía conocimiento de su
existencia, ya que casi no veo la televisión. Fue en una tertulia con amigos
donde me hablaron de él. Recientemente, me entero por un medio digital que su
presentadora gana 1.400 euros por programa. Esa elevada cantidad, en un momento
de tanta necesidad como el actual y en la televisión pública estatal (que pagamos
todos y cuya financiación es más cara desde que no emite publicidad), resulta
escandalosa. Máxime en un programa que tiene como objetivo ayudar a los
pobres. Y con lo que cobra la presentadora y el coste del programa se podría
destinar mucho dinero a ese fin. Indagando un poco más en Internet sobre el
mismo compruebo que no ha estado exento de polémica, pues el año pasado ya
recibió críticas tanto dentro como fuera de nuestro país. Trabajadores sociales
argumentan -con mucha razón- que vulnera la dignidad de las personas
necesitadas, al hacer pública su miseria. Es un programa que disfrazado de
solidaridad fomenta la caridad, con grandes dosis de sentimentalismo. Trata de
conmover a los espectadores para que donen dinero. Hasta la bien
pagada presentadora pone cara de pena y las señoras mayores que asisten al
programa aplauden con ahínco a la misma, como si fuera una heroína. Cuando
un telespectador llamó por teléfono al programa y propuso a ésta que donara una
parte de su gran sueldo salió por peteneras: trató de justificar el mismo diciendo que lleva trabajando desde muy joven. Se vio claramente que no predica con el ejemplo. Aunque de todas
formas el responsable del gran dispendio de dinero público es el directivo que
le paga ese sueldo, que si lo ganara en una televisión privada sería menos
criticable.
Pero la cuestión del asunto es todavía más
profunda. El aumento de la caridad en la sociedad española es también el
reflejo del aumento de la desigualdad y la injusticia social. Y la clase
trabajadora no es la que tiene que pagar la mala gestión de sus gobernantes y
la corrupción. Es el Gobierno el que tiene que realizar políticas sociales que
reduzcan la pobreza. También debe hacer un reparto equitativo de la riqueza a
través de unos impuestos justos. Y al igual que tenemos un salario mínimo (de
miseria, por cierto) debería haber un salario máximo, ya que las grandes
diferencias entre unos sueldos y otros agrandan la desigualdad. En mi opinión
nadie debería ganar más de 1.800 euros al mes, desempeñe el trabajo que
desempeñe.
Finalmente el Gobierno, en un intento de
eludir su responsabilidad, ha convertido TVE en “la televisión para los pobres”.
La derecha y la presentadora de Entre
todos propician la caridad. Los que más tienen y ganan piden a otros que
ganan y tienen menos que den en lugar de dar ellos. Así no se acabará nunca con
la pobreza. Al contrario, irá a más. Lo realmente eficaz es cambiar el sistema
y las políticas económicas que la generan. No debemos acostumbrarnos a ella ni verla
como algo que no tiene solución, pues a diferencia de la lluvia o el viento la
misma no tiene causas naturales, sino provocadas.
Publicado en Heraldo de Soria el martes 18 de marzo de 2014
¿¿1.400 POR PROGRAMA?? QUE VERGUENZA ESTO ES UN ESCANDALO COMO CANTABA RAFAEL .LO JUSTO SERIA UN SALARIO MAXIMO PARA LOS FUNCIONARIOS DE MIL EUROS AL MES PORQUE PARA MANTENER POLICIAS CORRUPTOS Y VAGOS QUE ESTAN COBRANDO HASTA DOS MIL EUROS AL MES.
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