sábado, 13 de agosto de 2011

Enganchados al juego

En nuestro país, el juego mueve ingentes cantidades de dinero: quinielas, bonolotos, primitivas, loterías, máquinas tragaperras, etc. Son bastantes las personas que buscan en el juego una manera fácil, rápida y cómoda de ganar dinero. Sobre todo en un momento de crisis como el actual donde tanta gente busca una salida a sus problemas económicos. Entonces se pican. Y ahí viene el problema, cuando el juego se convierte en una adicción, en una esclavitud y, finalmente, en una enfermedad: la ludopatía. El 75% de los ludópatas están enganchados a las máquinas tragaperras. Estos artefactos forman parte del pseudoprogreso y proliferan de forma sorprendente en bares, bingos, casinos y salones recreativos, por lo que son muy accesibles a todo el mundo. Además la ludopatía también está creciendo y expandiéndose a través de Internet en casinos online. La antesala de la ludopatía son los salones recreativos, ya que en los mismos los videojuegos suelen estar junto a las máquinas tragaperras. Y es muy fácil traspasar la barrera que se separa los unos de las otras. De esta forma, el juego pasa de ser un elemento de ocio a ser un elemento de apuesta, con todas las consecuencias que ello conlleva.

    Otras causas de la ludopatía pueden ser un excesivo consumo de televisión en la infancia y la falta de alternativas de ocio. Hay personas sin obligaciones y sin aficiones que pasan horas echando a las máquinas. En mi opinión, es un tiempo perdido, desperdiciado y mal aprovechado. También hay personas que intentan evadirse de los problemas laborales y familiares a través del juego. Y otras, solitarias y tímidas, encuentran en ellas compañía, aunque fría, y parece que las máquinas les hablan. Por otra parte, las personas que padecen una impulsividad incontrolada son más propensas a la ludopatía. Además, está comprobado que las luces y sonidos de las máquinas atraen a muchas personas con suma facilidad. También está claro que las tragaperras causan dependencia psicológica. Son una droga. Cuando al jugador se le termina el dinero y se endeuda se ve obligado a delinquir o acaba mendigando. Y es que la ludopatía conduce a la cárcel, a la locura o al suicidio. Al principio, el jugador comienza a echar para ganar dinero y termina echando para intentar recuperarlo, con lo que se crea un círculo vicioso. Así, es frecuente oír a un ludópata decir lo que ha ganado, pero nunca lo que ha perdido. De hecho el ludópata se engaña a sí mismo. Miente a los demás diciéndoles que ya no echa dinero a las máquinas, y cuando pide dinero a los amigos les cuenta que lo necesita para otros fines. Éstos le abandonan porque se cansan de dejarle dinero y de las mentiras. El enfermo también puede llegar a perder el trabajo por robar dinero a la empresa (a más de uno lo han cogido in fraganti), la pareja, etc.

   Para solucionar el problema y curar la enfermedad, es necesario reconocer primero que se tiene un problema, cosa que es difícil, sobre todo cuando se está en el fondo del pozo. Y segundo, hay que acudir a un centro de rehabilitación. Es un problema que afecta a toda la sociedad y el gobierno es el mayor implicado y culpable del mismo por permitir el juego (el Estado se lleva la mitad del beneficio de las máquinas). Encima los directores de las dos grandes empresas del juego en España minimizan el problema y se limitan a decir que las tragaperras son elementos de ocio. Ellos miran su conveniencia y barren para casa, ya que se lucran a costa de enfermos. No tienen escrúpulos. Además, muchos dueños de bares dicen que echa quien quiere a las máquinas. A lo que yo añadiría: o quien no puede dejar de echar. Antes de terminar quiero comentar que es muy habitual ver a jóvenes menores echando a las tragaperras de los bares ante la muda presencia del camarero. A mi juicio esta circunstancia es muy criticable. En fin, está visto que el negocio es el negocio y que, por desgracia, la ley suprema del sistema económico capitalista es la ganancia a costa de lo que sea y de quien sea. Así nos va.


Publicado en Heraldo de Soria el miércoles 20 de febrero de 2013

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