jueves, 8 de septiembre de 2011

Ser vegetariano, una opción más que saludable

Cada vez más personas deciden hacerse vegetarianas. No es una moda. Se trata de una opción saludable que consiste en eliminar carnes y pescados de la alimentación y hacer un consumo variado de vegetales. La dieta vegetariana previene enfermedades e incluso puede curar muchas. Los vegetarianos están bastante más a salvo de las enfermedades degenerativas de la “civilización”, como las cardiacas, las demencias, la diabetes, el colesterol elevado, la gota y el cáncer, entre otras muchas. Ello es posible porque esta alimentación carece de toxinas, mantiene los intestinos y demás órganos limpios, la mente despejada, la sangre fluida y pura. Y también aumenta las defensas. Además de favorecer la salud, retarda el envejecimiento, es compasiva con los animales y solidaria con los países pobres.

   Dejar de comer carne y pescado no es tan difícil como pudiera creerse en principio, aunque nuestros padres, en general, nos hayan acostumbrado a estos productos desde pequeños. Además en tiendas de dietética y en herbolarios hay sucedáneos de la carne elaborados con seitán y soja que, además de hacer más “fácil” ser vegetariano, sustituyen con ventaja a la proteína animal. No es caro ser vegetariano, salvo que uno compre estos productos que ya requieren una elaboración. Una dieta basada en cereales, frutas, verduras, legumbres y frutos secos no es cara. Más caros son la carne y el pescado. Por otra parte ser vegetariano no es una opción radical, sino una opción más necesaria que nunca si queremos ayudar al medioambiente y a la reducción del hambre en el mundo. Porque si en lugar de dedicar tantos cultivos a alimentar ganado se destinasen a cultivar vegetales para el consumo humano aumentarían mucho las posibilidades de alimentar a la población. El problema es que un 29 % de la tierra se destina al ganado y un 33 % al cultivo de productos para pienso. Es decir, más del 60 % del terreno de utilidad agraria se pierde en la crianza de animales contribuyendo con ello al deterioro del clima, la deforestación y la pérdida de agua. O sea que se hipotecan los recursos del planeta para disponer de carne, que no se necesita para nada (se come por tradición y por gusto) y además enferma.
  
   En sus inicios el ser humano era un recolector herbívoro. Lo que le llevó a explotar opciones carnívoras fue una climatología adversa y el descubrimiento y el control del fuego. Este descubrimiento, sin embargo, provocó una desnaturalización de la alimentación. El ser humano culturalmente sí "evolucionó" a comer carne pero nuestro cuerpo casi no. Darwin, que era biólogo y evolucionista -y sin embargo defendía el vegetarianismo-, dijo: "La clasificación de las formas, funciones orgánicas, costumbres y dietas demuestran de una manera evidente que el alimento normal para el hombre es vegetal como los antropoides y los simios y que nuestro dientes caninos están mucho menos desarrollados que los suyos. No estamos destinados para competir con bestias salvajes o animales carnívoros". Hay que diferenciar que los animales llamados irracionales, por instinto, siguen una cadena alimentaria para mantener un equilibrio en la naturaleza. Y para ello algunos son comidos por otros. Pero el ser humano no forma parte de esa cadena, no somos ni depredadores ni buitres. Hay especies en peligro de extinción por culpa de seres humanos que los matan por entretenimiento y “placer” (la caza), comida o ropa.

  
   Los mejores alimentos para el ser humano, pues, son los vegetales. La clorofila que contienen los que son verdes es equivalente a la hemogloblina de nuestra sangre. Para hacer un vegetal la naturaleza usa la conjunción de sus elementos (la tierra, el sol, el agua y el aire). Por ejemplo, cuando comemos un tomate nuestro cuerpo no sólo asimila sus principios nutritivos sino la energía solar que contiene en reserva. La dieta vegetariana es completa. Está demostrado que mantiene el organismo en plenitud (al más alto nivel de capacidad física y mental) durante el mayor tiempo posible. Es la mejor para el trabajador, tanto manual como intelectual. La fuerza muscular la dan los hidratos de carbono; la carne no tiene. Las patatas y el arroz por ejemplo son magníficos alimentos que proporcionan fuerza. Las legumbres, cereales y frutos secos tienen todas las proteínas que necesitamos. Y comer mucha fruta favorece un buen funcionamiento del cerebro, por lo que ayuda a prevenir el Alzheimer y las demencias en general.

Publicado en Heraldo de Soria el viernes 11 de noviembre de 2011


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